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Financiación de Friends, Family and Fools… ¿los hago socios?

photo credit: Leo Reynolds via photopin cc
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Una startup suele captar fondos de distintas tipologías de inversores que varían en función de la fase de maduración en que se encuentre el proyecto.

Si quieres conocer más sobre las diversas clases de inversores, no te pierdas este magnífico post de Javier Megías.

Por mi parte voy a referirme a las famosas 3F -que como ya sabrás suelen ser los inversores iniciales para tu startup-, y dentro de ellas voy a hacer especial hincapié en las dos primeras F: la familia y los amigos.

La primera cuestión que conviene destacar es el aspecto emocional que caracteriza a estos inversores. Es importante no ignorarlo: si se hacen una idea equivocada de la naturaleza de su inversión, estaremos provocando un conflicto que permanecerá latente durante un tiempo pero finalmente terminará surgiendo cuando, pasado un tiempo, vean que sus aspiraciones no tenían que ver con la realidad o los riesgos asumidos. Y un conflicto de esa naturaleza en un contexto de familia o de amistad puede resultar muy incómodo.

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¿Puedes permitirte un socio disidente en tu startup? Cuatro claves para evitarlo.

photo credit: nickwheeleroz via photopin cc
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Resulta obvio que a ninguna sociedad le conviene un socio disidente, entendiendo por tal aquel que está en contra del resto (o de la mayoría) y consecuentemente dificulta la adopción de acuerdos o, si tiene un porcentaje de participación suficiente, incluso los bloquea.

Pero si bien tal inconveniente puede ser gestionado de distintas maneras en una sociedad «convencional» para procurar que interfiera lo menos posible en el día a día, en una startup el problema adquiere una dimensión mucho mayor dada la vocación de esta última de ser participada por socios financieros.

Si un business angel o una sociedad de capital riesgo advierte la existencia de desacuerdos entre los socios de la sociedad en la que está planteándose invertir, su reacción previsible será abandonar el proyecto sin más reflexión al respecto. Y ciertamente, esa reacción es perfectamente comprensible: si ya es difícil alcanzar el éxito en un proyecto empresarial en el que todos los socios caminan de la mano, no cuesta entender que los desacuerdos entre ellos son la mejor forma de garantizar el fracaso.

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Soy el administrador de mi startup: ¿qué me estoy jugando?

photo credit: Images_of_Money via photopin cc
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¿Te gusta el riesgo?

Hay estudios que demuestran que la predisposición al riesgo es algo genético; quienes poseen ese gen no perciben el riesgo como el resto de los mortales y, de hecho, obtienen una gran satisfacción al experimentarlo. Esto explica que algunas personas sean capaces de realizar saltos base desde un acantilado, o disfruten esquiando fuera de pista en zonas con riesgo de alud. Quizás sea también la explicación de que algunos temerarios no tengan reparo en asumir el cargo de administrador societario…

Bueno, esto último es broma, pero me sirve para adelantar con una exageración el argumento de este post, que básicamente pretende explicar que el cargo de administrador de una sociedad implica un riesgo patrimonial del que en muchos casos no se es consciente y que debe ser cuidadosamente vigilado para no encontrarse con sorpresas inesperadas.

Responsabilidad de los socios

Hemos de partir de la base de que tanto las sociedades anónimas como las limitadas (que como expliqué en otro post son la forma jurídica que normalmente adoptará una startup) suponen la limitación de la responsabilidad económica de los socios a la cantidad que aportaron al capital social; así, en caso de deudas, el patrimonio personal de los socios no responde.

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Necesita tu startup un abogado?…Pues sí, pero elige bien.

photo credit: Kilgub via photopin cc
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Empezaré con un disclaimer del que no me puedo escapar: soy abogado y trabajo con startups. Pero no temas, no voy a hacerme publicidad (…o sí?)

En serio: el objeto de este post no es otro que darte algunas indicaciones que creo que pueden servirte para acertar con el abogado que tu startup probablemente contratará.

1. Una startup es una sociedad (normalmente reviste esa forma jurídica) con una serie extensa de peculiaridades: desde su orientación hacia la consecución de rondas de financiación, pasando por la necesidad de consensuar pactos parasociales, la posibilidad de plantear una estructura societaria internacional, etc.

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Voy a crear mi startup: ¿qué forma jurídica elijo?

photo credit: Colin_K via photopin cc
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Una de las primeras dudas a que se enfrenta el emprendedor es la de la forma jurídica que debe escoger para crear su empresa. Voy a exponer unas líneas básicas que creo que podrán servir de orientación.

En primer lugar cabe preguntarse si es necesario constituir algún tipo de sociedad o basta con darse de alta en el régimen de autónomos y trabajar como persona física. El trabajo como autónomo es perfectamente válido para un free lance, pero no es la vía a utilizar para un proyecto que vaya a ser impulsado por varias personas (socios). Tampoco encajará ese régimen si el proyecto va a precisar de la inversión de terceros. Por ello, esta modalidad no suele ser viable para una startup, que en la gran mayoría de los casos se plantea como forma de coemprendimiento.

Una vez nos planteamos que debemos elegir una forma jurídica que sirva para «asociarnos» con nuestros compañeros de viaje, podríamos pensar en las formas más económicas o sencillas, como pueden ser la sociedad civil o la comunidad de bienes; sin embargo, tales formas asociativas también resultan desaconsejables para una startup, pues no son un buen vehículo para integrar la participación de inversores (podrían servir para inversores de las tres F, pero no para business angels o private equity).

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