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photo credit: Tom Simpson via photopin cc
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photo credit: Gage Skidmore via photopin cc
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La relación inversor emprendedor se caracteriza por funcionar sobre una tensión de intereses. En este tipo de relaciones, a diferencia de las que suponen una contraposición de intereses, el objetivo es compartido: ambos persiguen que la startup tenga éxito.

No obstante, existe una tensión entre los intereses de cada parte por cuanto ambas persiguen maximizar su beneficio, y el beneficio a repartir, evidentemente, es sólo uno, por lo que cada porción de ese beneficio que quede en poder de una de las partes lo será en detrimento del beneficio de la otra.

El equilibrio de intereses

Estos conceptos básicos de las relaciones negociales deben ser bien entendidos tanto por inversores como por emprendedores, pues en otro caso su relación puede ser complicada. La tensión de intereses no es nada negativo, pero debe gestionarse adecuadamente, asumiendo que debe alcanzarse un equilibrio razonable para cada parte.

Así, en una inversión en fase seed, el inversor debe entender que el equipo emprendedor es la pieza clave de cuyo talento ha nacido un proyecto capaz de generar beneficios, y de cuya vinculación y motivación dependerá en gran medida su éxito.

Del otro lado, el emprendedor no debe olvidar que los recursos económicos son imprescindibles para el éxito del proyecto, y cuando éste todavía no los genera por sí mismo ha de recurrirse a un inversor que realiza una apuesta de alto riesgo que sólo se justifica financieramente si la rentabilidad esperada también es elevada.

Por todo ello, en el proceso de negociación de la inversión y consecuente toma de participación y entrada en el pacto de socios, es conveniente aplicar la dosis de empatía necesaria para que cada parte entienda bien la posición de la otra y asuma las imprescindibles renuncias que toda negociación implica.

Emprendedores Gollum e inversores Gilito

En ocasiones se pierde la perspectiva y encontramos posturas que van a dificultar enormemente la consecución de acuerdos razonables entre inversor y emprendedor.

Del lado del emprendedor se encuentra el emprendedor Gollum, que como habrás adivinado es aquel que entiende su proyecto como «su tesoro», en el peor sentido. Así, el emprendedor Gollum suele cometer errores como intentar anteponer la firma de un NDA a la primera conversación con el inversor, o pretender que la participación del inversor se reduzca a la mínima expresión utilizando un premoney completamente ilusorio.

El emprendedor Gollum, además, intentará que el inversor no participe en modo alguno en la evolución del proyecto ni pueda expresar su voluntad en la toma de acuerdos, por trascendentales que estos sean.

El emprendedor Gollum se relacionará con el inversor con un enfoque erróneo, pensando que una vez puesto su dinero lo que debe hacer es «no molestar», pues bastante tiene con la magnífica rentabilidad que va a obtener cuando el proyecto eclosione.

Del lado de los inversores también podemos encontrar una figura peligrosa, la del inversor Gilito, que es aquel que considera que la rentabilidad de su inversión ha de estar por encima de cualquier otro interés, aunque ello suponga anular la rentabilidad para los emprendedores o incluso comprometer el éxito del proyecto.

Así, el inversor Gilito exigirá que la gestión administrativa o asesoría de la startup la lleve un despacho de su confianza, repercutiéndole los correspondientes costes aunque estos no sean precisamente startup friendly; pretenderá asimismo que la startup no pueda adoptar prácticamente ningún acuerdo societario sin contar con su consentimiento, estableciendo para ello derechos de veto absolutos; también encontrará más que razonable garantizar la mayor rentabilidad de su exit con pactos de liquidación preferente que impidan repartir ganancias a los emprendedores mientras no se le haya devuelto previamente su inversión multiplicada por un índice de 2x o incluso 3x.

El inversor Gilito intentará controlar a la startup de manera total, casi como si la hubiese comprado.

La solución «Darwin»

Habría más ejemplos de actitudes erróneas por ambas partes (la casuística es interminable), pero seamos positivos: afortunadamente, la generalidad de los emprendedores e inversores son muy distintos a las dos figuras expuestas. Al final, quienes se equivocan en el enfoque terminan quedando fuera del «ecosistema» mediante un proceso de selección natural a través del cual el emprendedor Gollum termina no recibiendo inversión y el inversor Gilito debe dedicarse a otra cosa dado que cada vez hay más opciones de inversores con un razonable entendimiento del fenómeno emprendedor y sus peculiares características.

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