Hace unos días, un emprendedor negociando su ronda de inversión, me comentó la sugerencia de…
Sobre la llamada “burbuja del emprendimiento” se viene escribiendo bastante, casi siempre para criticar ese lamentable “efecto” que por lo visto estamos viviendo y que ocasionará que muchos jóvenes pierdan el tiempo embaucados en una nueva fiebre del oro de resultados más que inciertos.
¿Qué es la burbuja?
Se habla de burbuja para referirse a un evidente auge del fenómeno emprendedor en España que está dando lugar al surgimiento de numerosas iniciativas tanto públicas como privadas a su alrededor. Así, encontramos que el legislador se ocupa por primera vez de los emprendedores en una ley ad hoc (de manera muy insuficiente, por cierto); que cada vez surgen más divisiones dedicadas al capital riesgo en las entidades financieras clásicas; que las asociaciones de business angels crecen tanto en número como en capacidad de inversión; que los family offices ponen su mira inversora en proyectos de emprendimiento en internet, que el número de aceleradoras o incubadoras de startups aumenta sin cesar, que los eventos relacionados con emprendedores llenan el calendario, etc.
Los efectos negativos de la burbuja
Ante este fenómeno se alzan las voces críticas que se ocupan de advertir sobre sus riesgos y destacar sus negativos efectos, haciendo especial hincapié en cuestiones como:
– que no hay una base sólida que sustente el surgimiento de tantas iniciativas;
– que muchos jóvenes, llevados por una especie de vértigo emprendedor, dedican su tiempo y esfuerzos a proyectos sin ninguna posibilidad de éxito y se darán el batacazo después de haber creído, ingenuamente, que emprender es fácil;
– que al albur de esta fiebre emprendedora aparecen espabilados y charlatanes para aprovecharse de los incautos que confían en que emprender es la vía perfecta para abandonar el paro e, incluso, hacerse ricos.
Bien. Hasta las críticas más severas contienen algo de verdad. Es completamente cierto que un gran número de emprendedores terminarán su proyecto sin éxito después de haber dedicado mucho tiempo y esfuerzo. También es cierto que el fenómeno emprendedor ha adquirido un tinte de “moda” que sobredimensiona sus aspectos glamurosos y vela los más prosaicos (muchas veces por un incorrecto tratamiento mediático). Incluso es verdad que los “vendedores de humo” surgen por doquier, como por otro lado ocurre en cualquier sector o actividad en el que pueda existir negocio.
Una visión positiva
A pesar de lo anterior, mi visión sobre el fenómeno al que asistimos es completamente positiva. En el tiempo que llevo tratando con emprendedores he conocido a algún ingenuo, desde luego, pero de la mayoría puedo decir sin duda que son muy conscientes de las dificultades que tal actividad entraña y de los esfuerzos que han de empeñar en su propósito.
El perfil de emprendedor que con más frecuencia encuentro es el de una persona joven, con formación y, casi siempre, bien informada. Y esto último es muy importante. Hoy todo está en la red, y las fuentes de información, intercambio y networking fluyen con tal intensidad que los emprendedores, normalmente muy habituados a este entorno, aprenden rápido a separar el grano de la paja con una precisión envidiable, distinguiendo lo que les aporta valor y lo que no.
El camino que recorre un emprendedor se inicia normalmente con la asistencia a cursos y seminarios en los que “devoran” las experiencias y conocimientos de otros. Y no exagero con el término. Cuando he participado en alguno de esos eventos me ha sorprendido siempre la motivación y curiosidad con que, al acabar la ponencia o charla, te formulan un sinfín de preguntas siempre más allá del guión que pudieras llevar establecido.
Tras esos pasos iniciales, si su proyecto toma forma y es capaz de llamar la “primera atención”, accederá a una lanzadera o aceleradora (o consecutivamente a ambas) donde permanecerá unos meses en los que adquirirá una ingente cantidad de conocimientos y habilidades que deberá aplicar desde el primer día y durante todo el tiempo en que habrá de luchar por conseguir su viabilidad como empresa y, en su caso, demostrar que es un proyecto lo suficientemente interesante para captar la inversión de terceros.
Durante ese camino, acompañándose de los apoyos necesarios, el emprendedor aprenderá a comunicar persuasivamente (los pitches de captación de inversión son muchas veces toda una lección de marketing); desarrollará su empatía y habilidades sociales relacionándose con otros emprendedores y con posibles inversores; conocerá la importancia, y las dificultades, del trabajo en equipo; descubrirá mil formas de analizar la viabilidad de su proyecto, utilizando métricas de todo tipo; aplicará metodologías avanzadas de desarrollo de negocio; tomará consciencia de la importancia de los aspectos financieros para defender, y vender, su proyecto; adquirirá conocimientos legales sobre la empresa y la importancia de su estructura accionarial y sus órganos de decisión; y como parte de su aprendizaje, también se dará cuenta de que en un contexto así surgen vendedores de humo de los que hay que huir.
¿Y todo lo anterior servirá para el éxito de su proyecto emprendedor? Pues puede que no, porque estadísticamente sólo una minoría de ellos alcanzan ese éxito. Pero incluso en ese caso, el esfuerzo habrá valido la pena y su éxito personal será indudable, porque tras completar ese camino habrá reforzado sus conocimientos, habilidades y experiencias de manera exponencial, consiguiendo una formación multifacética que le servirá sin duda tanto para seguir emprendiendo, si esa es su vocación, como para acceder en mejores condiciones a cualquier desempeño laboral o profesional.
Y sí, también es cierto que habrá despistados que equivoquen el enfoque y sólo consigan perder el tiempo, y del otro lado habrá también aprovechados que intenten lucrarse abusivamente con la ilusión y talento de emprendedores ingenuos, pero esos inconvenientes no son monopolio del emprendimiento, pues existen desde antiguo en cualquier actividad que resulte atractiva por su capacidad de generar beneficios.
A la eclosión del emprendimiento (como prefiero llamar a lo que algunos denominan burbuja) le queda aún por avanzar, pero seguro que una visión positiva y un apoyo decidido de parte de todos los agentes que de una forma u otra intervienen en ese ecosistema, ayudarán a conseguir que se consolide como una fuente de empleo y de riqueza.
Seamos constructivos.
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