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Cuatro tipos de inversores de los que debes huir

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Todos sabemos que el mejor inversor es el cliente, porque la mejor financiación es la que proviene de las ventas. Pero también sabemos que esa situación ideal no siempre es posible, porque en la mayoría de las ocasiones es necesario recibir inversión con la que terminar de desarrollar el producto que vamos a vender, o para financiar el marketing del servicio que ofrecemos al mercado, o por mil razones más.

Por eso hablar de startups es hablar de rondas de inversión y de inversores, que los hay, como las flores, de todos los colores.

Al inversor lo conoces cuando te relacionas con él y ves su operativa, sus criterios de inversión, y su política de participación y/o control sobre la sociedad invertida. El inversor es una pieza clave del proceso de creación y lanzamiento de un proyecto de base tecnológica, y es importante saber relacionarse con él (como apuntaba en mi anterior post).

Y obviamente, al inversor no hay que demonizarlo; sin business angels o sin inversores de capital riesgo no existirían una gran parte de las startups. Y que el inversor pretenda una gran rentabilidad en su inversión no obedece a una ambición desmedida, sino a un modelo de negocio, el de capital riesgo, que sólo puede funcionar razonablemente si se obtienen rentabilidades exponenciales en los casos de éxito que compensen el elevado número de inversiones que acaban en fracaso.

Ahora bien, al margen de lo anterior, hay algunos inversores que siguen comportamientos de los que hay que huir. Afortunadamente son una clara minoría, pero están ahí.

Los signos que deberían llevarte a “huir” de un inversor pueden ser de muchas clases; vamos a hacer un resumen de algunos de ellos:

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Aportaciones de socios para neutralizar el desequilibrio patrimonial

desequilibrio rectang En un post anterior tratamos la cuestión del desequilibrio patrimonial en la sociedad limitada. Es una situación muy delicada, pues en caso de no resolverse supondrá que los administradores respondan con su patrimonio personal de las deudas que se adquieran a partir de entonces.

Vamos a tratar ahora las formas de resolver el desequilibrio, destacando la aportación de socios como la más sencilla y de menor coste.

¿Cuándo estamos en desequilibrio patrimonial?

El desequilibrio se da cuando los fondos propios de la sociedad tienen un importe inferior a la mitad de la cifra del capital social (en el caso de las sociedades limitadas). Es fácil verificar si nos encontramos en esa situación, pues en el balance aparecen ambas cifras.

La partida de fondos propios del balance, simplificando, se compone de la suma del capital social, las reservas, los resultados negativos de ejercicios anteriores y los resultados del ejercicio. Así, una sociedad constituida con el capital social mínimo, que arroje pérdidas en su primer ejercicio (situación nada excepcional) se colocaría fácilmente en esta situación. Lo podemos ver con un ejemplo:

Capital Social:                 3.000 €
Reservas:                                0 €
Resultados ejercicio:  – 4.000 €
                                      _________
Fondos Propios:           -1.000 €

En este supuesto, los fondos propios no sólo no alcanzan la mitad de la del capital social (1.500 €), sino que están en signo negativo.

Para resolver esta contingencia, puede optarse por diversas medidas, básicamente el aumento o reducción de capital, pero también la aportación de socios para compensar pérdidas. Veamos las diferencias.

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Capitalización de créditos en la startup

photo credit: photosteve101 via photopin cc
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La financiación de una startup pasa en muchas ocasiones por la toma de participación en su capital social, ya lo sea en rondas de inversión o bien por la capitalización de créditos. En ambos casos, la operación se articula mediante un aumento de capital: cuando nos hallamos en una ronda de inversión el inversor recibe participaciones sociales a cambio de su aportación dineraria; por su parte, en la capitalización de créditos, el acreedor convierte su crédito en capital social.

 

Vamos a centrarnos en el supuesto de la capitalización de créditos, aclarando las cuestiones fundamentales sobre esta figura.

¿Qué es?

La capitalización de créditos es una herramienta que consiste básicamente en sustituir (compensar) la obligación de pago en efectivo de un crédito por la entrega de participación social. Para entenderlo fácilmente podemos decir que pagamos el crédito con participaciones sociales. Consecuentemente, el acreedor pasa a ser titular de un porcentaje del capital de nuestra sociedad, o lo que es lo mismo: se convierte en socio (o aumenta su participación si ya lo era).

¿Con qué clase créditos se puede utilizar?

Si bien su utilización más frecuente suele ser con préstamos, este mecanismo puede utilizarse con créditos de distinta naturaleza como, por ejemplo, el derivado de facturas por servicios.

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Confusiones sobre préstamos participativos y cuentas en participación

photo credit: swanksalot via photopin cc
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Sobre los préstamos participativos y las cuentas en participación como vías de financiación para una startup hay mucho escrito. En este post no haremos un repaso exhaustivo de sus características o regulación, pues mi única intención es aclarar algunas confusiones frecuentes alrededor de estas figuras y, de paso, dejar escrita mi opinión sobre la conveniencia de su uso.

¿Préstamo participativo o convertible?

Respecto a las confusiones: en cuanto al préstamo participativo es muy frecuente encontrarlo clasificado como una alternativa al préstamo convertible, de tal manera que se plantean como opciones distintas de financiación. No es así. Un préstamo será convertible cuando se convenga la posibilidad de optar entre la devolución del dinero prestado o su conversión en participación en la sociedad prestataria, de tal forma que el prestamista en lugar de recibir el capital que prestó recibirá participaciones y se convertirá en socio.

Esa característica de convertibilidad del préstamo puede asociarse tanto a un préstamo convencional como a un préstamo participativo, de tal manera que el préstamo participativo podrá ser además convertible, sin perder por ello su naturaleza de préstamo participativo, que le viene dada fundamentalmente por el hecho de que todo o parte del interés con que se retribuye está vinculado de una manera u otra a los resultados de la sociedad prestataria.

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Financiación de Friends, Family and Fools… ¿los hago socios?

photo credit: Leo Reynolds via photopin cc
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Una startup suele captar fondos de distintas tipologías de inversores que varían en función de la fase de maduración en que se encuentre el proyecto.

Si quieres conocer más sobre las diversas clases de inversores, no te pierdas este magnífico post de Javier Megías.

Por mi parte voy a referirme a las famosas 3F -que como ya sabrás suelen ser los inversores iniciales para tu startup-, y dentro de ellas voy a hacer especial hincapié en las dos primeras F: la familia y los amigos.

La primera cuestión que conviene destacar es el aspecto emocional que caracteriza a estos inversores. Es importante no ignorarlo: si se hacen una idea equivocada de la naturaleza de su inversión, estaremos provocando un conflicto que permanecerá latente durante un tiempo pero finalmente terminará surgiendo cuando, pasado un tiempo, vean que sus aspiraciones no tenían que ver con la realidad o los riesgos asumidos. Y un conflicto de esa naturaleza en un contexto de familia o de amistad puede resultar muy incómodo.

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